En Mónaco las polémicas van y vienen, pero la pareja que casi siempre está en el ojo del huracán es sin duda la de Alberto II y Charlene de Mónaco, precisamente porque su matrimonio vive sumido en las acusaciones de ser meramente por conveniencia, y poca información parece haber para defenderlos de esto.
Los príncipes empezaron con un matrimonio sin demasiados problemas, pero eventualmente empezaron a ocurrir cosas y a notarse comportamientos entre ambos que apuntaban a una posible crisis matrimonial que se acrecentó con el tiempo. El viaje de Charlene de Mónaco a Sudáfrica fue el detonante de todo lo que vino después, donde más allá de la explicación oficial de una infección de oído, se dio por entendido que en realidad la ex nadadora olímpica se había “escapado” porque no toleraba más su situación, sumado a que estaba intentando tratar su adicción a los somníferos.
Un matrimonio arreglado, los hijos igual
No es poco frecuente que se diga que el príncipe Alberto II y Charlene de Mónaco tienen un matrimonio arreglado. Cuando volvió después de varios meses en Sudáfrica medios franceses aseguraron que el regreso de la princesa se debe a que firmó un contrato millonario de 12 millones de euros al año bajo el cual debe cumplir con las responsabilidades que ya tenía desde siempre.
No era muy diferente de lo que ya hacía, pero debido a sus problemas de matrimonio con Alberto II de Mónaco su vida se vio fuertemente afectada negativamente y esto siempre se dio a notar en los eventos públicos donde su semblante no era el mejor, pues siempre se le veía afligida por algo y esto la llevó a ganarse el apodo de “princesa triste”.
Lo que podría parecer a primera vista un matrimonio idílico se fue enturbiando con el paso de los años. Charlene y Alberto II de Mónaco pasaron de ser una pareja idílica a lo que nadie quiere encontrarse en un matrimonio, y es que ni siquiera tendrían contacto en la cama. Esto último es un factor crucial que no empezó a ocurrir en algún punto, sino que se dice que los príncipes nunca se han encontrado en la cama en ese sentido, ni siquiera para tener a sus hijos, los pequeños Gabriella y Jacques, lo cual puede resultar bastante preocupante respecto a qué tan real podría ser el matrimonio entre Alberto II y Charlene de Mónaco.
Alberto y Charlene alejados totalmente, vida separados
Los príncipes habrían tenido a sus hijos in vitro, esto quiere decir, sin haber tenido relaciones sexuales. Para algunos esto contribuye a las sospechas de que el príncipe podría ser homosexual, sumado a que estuvo presente en una marcha del orgullo hace un tiempo, cosa que él mismo desmintió rotundamente, pero las imágenes están y hablan por sí solas.
Los antecedentes no son los mejores para esperar una mejora en su relación, la cual nunca habría sido sincera en sí, pero quién sabe, quizá en algún punto los príncipes pueden llegar a entenderse un poco mejor.